Por Sebastián E. Perasso
En tiempos donde la división es regla muchos pretenden crear la falsa antinomia entre el rugby amateur y rugby profesional. Para algunos, parecieran ser dos universos diferentes sin ningún punto de conexión. En mi opinión, no debe hablarse de amateurismo vs. profesionalismo, sino en todo caso de amateurismo y profesionalismo. Ello es así porque son dos realidades que siempre van a estar conectadas y de una u otra manera interrelacionadas.
No hay dos compartimientos estancos sino dos realidades conectadas desde diferentes lugares. El jugador profesional nace en un seno amateur y allí aprende hábitos, valores y desarrolla su sentido de pertenencia y cariño por el juego. Por otra parte, el rugby amateur necesita del éxito deportivo de su rugby profesional (seleccionado, franquicias) por su tremendo poder de impacto y su capacidad de difusión del juego. Si al rugby de alta competencia le va bien (el éxito de su seleccionado Nacional) ello decanta en una enorme difusión del juego, es decir en muchos niños y niñas deseosos de jugar al rugby y en consecuencia la base del rugby amateur irá en aumento. Un círculo virtuoso que redunda en un crecimiento mutuo. En definitiva, existe un solo rugby y dos mundos que se necesitan y se complementan para lograr entre ambos el éxito de manera conjunta.
Sebastián E. Perasso