El rugby y el hockey son mucho más que deportes. En cada entrenamiento y partido, estos juegos de equipo transmiten valores que forjan carácter, construyen comunidad y dejan enseñanzas que acompañan toda la vida.
Respeto, solidaridad, disciplina, esfuerzo, amistad y trabajo en equipo son pilares que se comparten en ambos deportes. Sin embargo, el verdadero desafío está en promover y consolidar estos valores dentro de los clubes, para que trasciendan el resultado de un marcador y se conviertan en una forma de vivir.

El rol de los clubes
Los clubes son el espacio social donde se aprende a competir, pero sobre todo, a convivir. Promover campañas internas, charlas formativas y actividades comunitarias puede fortalecer la transmisión de valores, especialmente en los más jóvenes.
Algunas estrategias que hoy ya se aplican en distintas instituciones deportivas incluyen:
- Escuelas de iniciación: donde los más pequeños aprenden jugando, con el foco en compartir y no en ganar.
- Capacitaciones a entrenadores: que permitan transmitir valores tanto como técnica.
- Actividades sociales y solidarias: desde colectas hasta encuentros con otros clubes para fomentar la integración.
- Charlas con referentes: exjugadores o jugadoras que cuenten cómo el deporte les marcó la vida.
Más allá de los resultados
El éxito deportivo siempre será un objetivo, pero en rugby y hockey la grandeza también se mide en el comportamiento dentro y fuera de la cancha. Un saludo al rival, una palabra de aliento al compañero o un gesto de fair play son actos que reflejan la esencia de estos deportes.
Promover los valores en los clubes no es solo una tarea para entrenadores, sino también para dirigentes, familias y jugadores. En definitiva, se trata de mantener vivo el espíritu de formar personas antes que campeones.
